...a la conquista de una risa en la lluvia de sus ojos...
Alza la mirada,
mírame…
¿y esas lágrimas?,
hoy no quiero volver a verlas…
nunca más,
tus ojos son perlas que amanecen las mañanas,
no merecen sangrar esos cristales
que me embargan de agonía.
¿Qué tienes princesa?
—Tiene el corazón,
la brisa y la sonrisa,
la fuerza la utopía
sin dueño que la escriba entre suspiros—
¿Tienes triste la mañana, la noche, el día?
—No preguntes, sólo escucha—
¿Escuchar?
Sólo oigo lágrimas
deslizarse en sus mejillas,
es linda… ¿por qué llora?
—No preguntes, sólo quiérela—
¿Quererla?,
¿aún lo dudas?,
la quiero,
es destello de ternura, de oleaje, de marea.
¡Dile que no llore!
—No puedo—
¿No puedes?,
¡si eres Eros!
—Pero tú eres hombre,
con venas donde escucho correr fuego,
con lágrimas que no esconden tu sonrisa,
tú puedes calmarla, sólo tú.
Yo la quiero,
es princesa,
es doncella.
Yo, por no escuchar nunca más
sus lágrimas traviesas,
condensaría en un mismo instante la noche el día,
capturaría en un respiro el sol la luna.
¿Qué tienes princesa?
—Tiene tierna la mirada—
¿Será el espacio que la embarga el espacio que deseo?
—Tiene amor en su mirada—
¡Ella es luz de primavera!
No sus candiles llorarán,
no sus llantos cantarán,
por un cielo que daría para no ver la rosa marchitar…
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