
...a la punta de cuerpo sin sombra...
Las esquinas
de su humana figura
se despojan
de sus dientes. Despierta
bajo el peine inquieto
de marfil. Su forma es inexacta
cuando quiere ser,
es simple su disforme género.
Quererse existir.
Herrumbre frente a la hiedra ornamentada,
colgada
como oro
entre el viento y la miseria. Es querer.
El cielo
mal pintado
se duerme en el salón,
caído, quieto. Colgado en la pared
como cuadro quebrado
al ras de la batalla. Humano combatiente,
Dios luchador.
Mezclas de crónica y crepé,
enclavado
a sus claustros de alfiles de alquiler.
Entonces,
el cielo a su cintura,
detener.
.
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