
...¡vamos! ¡soy yo!...
Impalpable o nuboso escándalo
que desnudo del silencio brota,
¡callar!
Átomo de polvo
que irradia
que desviste
que ilumina.
La mano artrítica,
la noche y sus ventanas,
sus estrellas parpadeantes.
Paso,
despejo mi mente un segundo,
luego estalla
sin llanto una lágrima,
ora.
El éter en mis dedos
me dibuja una frase,
en mi garganta mutilada se siente cautiva,
cerca del mundo acuoso se profiere,
oprime mi diafragma,
me llora el pulmón izquierdo
y éste,
cansado de tanto suspirar,
se queja
del retumbante chirriar de mis latidos.
Gobernando el silencio,
como sol que se acerca,
me susurra al cristal una frase:
“Escribe,
¡revolotea con tus alas de papel!,
escribe,
que aún no ha amanecido”…
.
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